Al pisar tu jardín - LOS
DEDICATARIOS
Si mis
Tres cuentos para Ita estaban dedicados a una misma persona
–Alejandra Goded-, cada uno de los nueve relatos de
Al pisar tu jardín tiene un dedicatario diferente. Son nueve
personas muy especiales en mi vida:
ARA MALIKIAN (Las rosas de Sirelín)
Ara es mucho más que un violinista, literalmente, excepcional. Ara es un amor. Salir con él a un escenario es una experiencia muy especial.
Una noche, hace seis años, después
de un programa Mozart con la
Filarmónica de Málaga, y tras nuestra cena en el Hotel Málaga
Centro, Malikian me contó cosas que sé que no suele contar: cómo aprendió a
tocar el violín en las interminables horas de los refugios antiaéreos en la
guerra del Líbano; y cómo su padre le enseñaba melodías infantiles populares
armenias. Que luego, ya en su plena fama, Ara no ha querido tocar nunca en
público. Hablamos también, tomando un té, sobre para quién estudiamos los
músicos: ¿Para el público? ¿Sólo para el público? ¿Para alguien indefinible… o
para alguien a quien inconscientemente ponemos cuerpo y cara?
En aquella cena está el
antecedente remoto de Las rosas de
Sirelín, aunque el cuento no llegaría hasta varios años después. No es sólo
una historia dedicada a Ara Malikian, sino protagonizada por Ara Malikian (si
bien esto no se explicita hasta la última palabra, literalmente, del cuento). Y
que ofrezco a Ara con mi profunda admiración personal y musical…
y con mi profunda envidia, pero
ése es ya otro asunto.
(La foto, en algún café de Madrid
en 2009).
LUIS EDUARDO AUTE (¡Ella es así!)
Desde mi época de colegial, la
imago mundi que subyacía tras las letras
de Luis Eduardo Aute constituyó para mi todo un ideal, un modelo de vida. Quizá
todavía difuso, quizá apenas intuido. Con el paso del tiempo y conforme he ido viviendo
más -hasta ya casi cumplir hoy mis dieciocho años- esta intuición no ha hecho
sino afirmarse: la utopía irrenunciable, la poética de la vida no desgajada de
ésta sino imbricada en cada uno de nuestros actos cotidianos.
Ya escribí en el prólogo a alguna
de sus recopilaciones discográficas, que las letras de Aute me han asaltado –a
mí y a muchos miles de enamorados de su trabajo- a la vuelta de cada esquina de
mi vida: a cada nueva tesitura amorosa, personal, profesional o afectiva con la
que me topaba… Aute ya le había puesto música y letra. Sólo en otro creador he
encontrado algo similar: en las películas de Woody Allen, en las que creo que
estamos casi toda nuestra generación, congelados dentro de un fotograma.
Correspondo ahora a la “traición”
de Aute por adelantarse a cada episodio de mi vida, con este pequeño relato
sobre Ana, Javi y un servidor… (y López, que según me dijo el dedicatario, era
mucho mas que un secundario). Toma esta dedicatoria, querido Eduardo, como una
pequeña venganza. Y recibe mi agradecimiento por ese precioso dibujo para mi
portada: un beso irreal, fuera del tiempo, sobre algún jardín soñado. Irreal
pero no irrealizable. Utópico pero al alcance de la mano.
(La foto, en Estudios Cezanne, en
los días de grabación de A día de hoy,
2007).
CELIA VÁZQUEZ (Zapatitos verdes)
Siempre me encantó el nombre de
Celia. Quizá por ello, tanto en los Tres
cuentos para Ita como en este nuevo libro hay nada menos que tres Celias,
que parecen mirarse en un mismo espejo; y que incluso acaso pudieran ser todas
una misma Celia.
Pero ésta, no. Ésta es Celia
Vázquez, la de verdad. Querida amiga. Para ella, el único de los cuentos que no
transcurre en la época actual, sino a finales del siglo XIX. Que tiene como
protagonista un par de zapatos de charol, y en el que todos los personajes son
de lo más progre… ¡Hasta el obispo es un librepensador!
La foto, en la plaza mayor de
Valladolid, en los días de grabación de la integral de las sinfonías de Tomás
Bretón, con la Sinfónica
de Castilla y León.
REBECA ARRIERO (Sin pisar tu
jardín)
Un buen día Rebeca Arriero me
regaló un mágico sombrero bajo el cual comenzaron a sucederme los más
inimaginables prodigios. Luego me obsequió, bajo la apariencia de un simple
perfume, con un mágico elixir de su elaboración, cuyos poderes irresistibles
para quien lo aspira sigo admirando día a día desde entonces.
Pero más aun que sus sombreros y
perfumes mágicos, lo más mágico de Rebeca es ella misma. Su alegría y cariño
mágicos inundan mágicamente nuestra casa de lunes a viernes desde hace ya unos
cuantos años.
Para ella, Sin pisar tu jardín, una negación –contra natura- del título del
libro. Por cierto, que Sin pisar tu
jardín está escrito realmente durante un viaje Santiago-Madrid en un autobús
Alsa.
En la foto, el día de la
presentación (enero de 2010) de Tres
cuentos para Ita en el madrileño Círculo de Bellas Artes. Gracias, Rebe, de
todo corazón, por tu impagable ayuda en aquellos días.
ROCÍO FERNÁNDEZ (El Club de las
Caricias Blancas)
Conocí a Rocío a la salida del
Teatro Albéniz, tras dirigir yo el estreno de Segismundo, ópera de cámara de Tomás Marco. Ella era aún estudiante
universitaria. Comprobé desde nuestra primera conversación que era persona
amiga del debate y la polémica, lo que marcó –muy constructivamente, por
cierto- nuestra relación desde el primer día hasta hoy. Quizá por ello le
dediqué el cuento más polémico de los nueve.
Algunos amigos psicólogos me
asesoraron sobre la verosimilitud del cuadro psicológico de Blanca. Me costó
dejar en el papel las expresiones crudas en el hablar de Blanca, pero creo que
no llegan a ser molestas.
La verdad es que lo que nació
como el apéndice del cuento, un punto cómico –la escena del sueño en torno a
Toño-, termina siendo la esencia del relato.
JAVIER MONTEVERDE (Estudio en negro)
Javier Monteverde es uno de los
mejores ingenieros de sonido del planeta Tierra (carezco de elementos de
comparación con los de otros planetas). Pero yo siempre le presento como “mi
pareja de hecho”. Y no sólo por las infinitas horas de grabación, viajes,
posproducción (¡y cenas!) que hemos pasado juntos, sino porque ambos conocemos
bien nuestras respectivas manías ante una mesa de grabación; y él me sortea con
habilidad admirable –digna del mejor matrimonio- para que parezca que me hace
caso… y luego hacer estupendamente su trabajo sin mis desatinadas injerencias.
Como debe ser.
Javi es el hombre más alegre y
positivo imaginable, así que me habrá de perdonar que le haya dedicado Estudio en negro, el único cuento
fúnebre y triste de esta colección.
Y gracias, Javier, por prestarme
ese precioso temita de guitarra para el audiovisual de Al pisar tu jardín, que aunque ya sé que nació para un anuncio de
Movistar, parece pensado para el apartamento de Ana y nuestro chocolate.
(La foto, en una de nuestras mil
grabaciones, creo que en el Auditorio Miguel Delibes, en 2011)
MARÍA JOSÉ SÁNCHEZ (Ávila. Maite.
La luna)
Dirigí en 1976 mi primer concierto
con María José como solista. Desde entonces, más de tres décadas de conciertos
juntos y una amistad entrañable; que se extendió, además, a nuestras
respectivas familias. A quienes la quisimos y admiramos nos parece mentira que hoy
su voz y su sonrisa se hayan apagado para siempre. Era la alegría de vivir
personificada. Nunca vi a nadie que disfrutara más cantando. Arreglándose en el
camerino, vocalizando antes de salir a un escenario, se sentía a las puertas de
la gloria.
Pepi estaba celosa –divertidamente
celosa- de la dedicatoria de los Tres
cuentos para Ita. Y me dijo que ella quería también su cuento sobre la
“Quinta luna”. Le prometí que le escribiría una nueva versión de Anhelada quinta luna; un relato en el
que se llegara al mismo reencuentro soñado, pero por otro camino. Así nació Ávila. Maite. La luna. Hube de redactarlo
a toda velocidad, porque sabíamos que su luz se iba extinguiendo, pero aún tuvo
fuerzas para leerlo y dejarme recado de haber sido feliz con la dedicatoria.
La foto es de 1992, cuando
hicimos en Madrid Jugar con fuego, de
Barbieri, en el que interpretaba la coqueta y enamorante Duquesa de Medina, un
papel que pareciera creado para ella.
ALFONSO OSUNA (Más sobre don
Crispín)
Durante casi veinte años, Alfonso
Osuna ha sido el admirable gerente de la Orquesta de Córdoba. Su infrecuente cultura, su humanidad
y su bonhomía perfumaron muy singularmente su despacho. Y en consecuencia, la
propia orquesta. Y allí le conocí hace dos décadas, surgiendo entrambos una
amistad –y por mi parte, una admiración- que no ha dejado de crecer en este
tiempo.
Han sido en veinte años muchos
encuentros personales, e infinitos telefónicos. Muchos proyectos de
recuperación de patrimonio musical español encontraron en él, por complejos que
fueran, la sensibilidad que eché de menos en otras varias orquestas (no en todas,
por supuesto y afortunadamente).
Me propuse escribir para Alfonso
un cuento en forma de sinfonía. Que además recogiera nuestros fetiches comunes:
entre otros, la consideración de La Pasión según san Mateo como obra sobrenatural,
las reservas hacia la informática como la panacea universal o el debate sobre
la vigencia de las órdenes religiosas. Es, por cierto, el cuento más largo de
todos.
Mucha suerte en tu nueva etapa,
querido y admirado Alfonso.
AMALIA SANCHA (El cuento blanco)
Amalia es una estupenda escritora
en potencia, aunque por desgracia escriba poco. Nos conocimos hace más de tres
décadas; ella era entonces una chiquilla… Después llegó a tocar la flauta
admirablemente… Luego se nos fue a vivir al otro lado del mar, donde se
convirtió en esposa feliz, y en bi-mamá feliz…
Ahora nos tenemos que contentar
con cruzarnos largos imeils contándonos mil cosas: de nuestras vidas, de
nuestras hijas…
Para Amalia escribí el cuento
blanquísimo que me pidió don Crispín. Un cuento un poco disney, es posible. En el que todo el mundo es feliz. La pareja
“blanca” es la contraria del estereotipo imaginable: Paco es más joven que
Paloma, ella tiene un mayor status profesional, ella es madre… Paco puso,
literalmente, su corazón en manos de Paloma… El cuento blanco es también un homenaje al trabajo –blanco,
blanquísimo- que desarrolla la Fundación
Santa María en la recuperación de ese pueblo de increíble
belleza y hondas raíces árabes que es Albarracín. Porque al final resulta que Al pisar tu jardín no es sino una
colección de cuentos árabes olvidados, fruto de la fantasía de algún poeta
medieval, enamorado, místico, soñador y utópico.
Parece increíble, Amalia, que
después de treinta años no tengamos una sola foto juntos. Lo remediaremos en una
de esas vueltas tuyas a Madrid, que tan felices nos hacen a toda la familia.
José Luis Temes
¿Por que no vivimos en un mundo de síes?, ¿Formamos un club de caricias blancas?, ¿Quién se apunta?.¿Porque no nos dejan ser felices al menos amando?.¿Cuanta gente piensa como el autor?......Solo espero que el libro sirva para que cada día existan menos jardines privados. Que algún día mi sueño pueda hacerse realidad,¡aunque tenga 80 años!
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